Reserva de la Biósfera Tehuacán – Cuicatlán

Un mosaico de suaves colores brota de las tierras saladas de un pueblo olvidado en el desierto. En los cerros de Zapotitlán Salinas todavía se puede escuchar el canto del caracol…un llamado de los Popolacas, pobladores de esta región que durante años compartieron su vida con  centinelas que han sobrevivido hasta nuestros días.</h5>
Con mochila al hombro, nuestro querido Toño había llegado a una tierra donde los siglos se habían dormido en el suelo, en el aire, en las flores, en las hojas y en las espinas de sus pobladores. Cactus de más doscientos años veían pasar cautelosamente al visitante curioso, mientras que los más jóvenes se dejaban retratar sin pena alguna.  Fue entonces cuando nuestro Biólogo se percató que se encontraba en una de las regiones más ricas en cactáceas del país: la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán (RBTC). Aquí, conviven 24 géneros y 81 especies de cactus de las cuales 20 especies son endémicas, es decir, que solamente se encuentran en la RBTC. Zapotitlán Salinas, un pueblo rodeado por esta reserva, es tan solo una pequeña muestra de las maravillas que se pueden encontrar ahí dentro.

Fue hasta 1998 que el sureste del estado de Puebla y noroeste del Estado de Oaxaca fue decretado Reserva de la Biósfera. Con un total de 490,187 de hectáreas, la RBTC es una región riquísima en especies de fauna y flora.

Fue precisamente en Zapotitlán Salinas donde la bióloga mexicana, Helia Bravo-Hollis realizó muchas investigaciones sobre las cactáceas. Por ello, el jardín botánico que hoy podemos visitar, lleva su nombre. Por supuesto Toño no pudo evitar la tentación de perderse entre las 2,750 especies de plantas que ahí viven. Incluso encontró a un pariente tan longevo como los mismos cactus: el sotolín (Beucaerna gracilis), también conocido como Pata de Elefante, ya que fue un emperador japonés quién lo bautizó con este nombre al verlo por primera vez en este mismísimo jardín. Dicen que un abrazo a este venerable árbol te brinda energía y vitalidad.
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Maravillado con la abundancia de cactus, Toño caminó y caminó hasta encontrarse con el cactus más longevo y alto hasta ahora encontrado, un veterano Echinocactus platyacanthus  de tan solo seiscientos años de edad. ¡Imagínese todo lo que vio pasar y lo que podría contarnos!

Pero su aventura no llegó hasta ahí. A tan solo 14 km de Zapotitlán se encuentra San Juan Raya, una zona que esconde en su suelo árido el recuerdo petrificado de fósiles de caracoles, esponjas y ostras que hace más de 100 millones de años vivieron bajo un fondo marino. Pensando que había visto suficientes maravillas, nuestro Biólogo estaba dispuesto a irse cuando de repente se topó con las huellas de unos pequeños animales que hace miles de años habitaron también estas tierras ¡Eran huellas de brontosaurios y tiranosaurios Rex!.

Por supuesto, no todo fue caminar. Para apaciguar el hambre Toño no dejó de probar las tetechas o cactus en vinagre, el pipián rojo con nopalitos, los ricos gusanitos de cuchama y el licor de garambullo.

Sin duda este fue un lugar mágico y lleno de sorpresas para Toño.

Si deseas obtener más información, puedes encontrarla en la página oficial de la RBTC:

http://tehuacan-cuicatlan.conanp.gob.mx/

 

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