Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla
Un cielo azul intenso y mudo se duerme sobre los cerros tranquilos. Solo el llanto de las chicharras compite con la suave melodía de los riachuelos que atraviesan las lomas. El calor del sol se apacigua bajo la sombra del copal, del guayacan, del bonete, del cazahuate, del cuatecomate, y de las más de 619 especies de plantas existentes en este paraíso al sur del Estado de Morelos. De repente, el paso lento de alguna vaca sobre la carretera Cuernavaca-Puente de Ixtla rompe la tranquilidad del lugar.
“Nos encontramos en la Reserva de la Biósfera Sierra de Huautla (REBIOSH), una reserva con cerca 60,000 hectáreas repletas de una gran riqueza natural.”
Con la frente sudada y los ojos llenos de alegría, Toño llega cargando el cansancio de un largo pero gratificante viaje a través de los montes y lomas de este lugar. Deja sus cosas en la estación biológica del CEAMISH (Centro de Educación Ambiental e Investigación Sierra De Huautla) ubicada en el corazón de la reserva, y se tira a la sombra de un pochote a descansar. Desde ahí se puede apreciar la magnificencia de un ecosistema rico en flora y fauna. Amates de más de 20 metros de alto dan sombra a las venas de aguas cristalinas que desembocan en el Río Balsas. Cactus de 10 metros de alto y 100 años de vida, alimentan con sus flores a colibríes, murciélagos y muchos más animales que dependen ellos. Los venados, los ocelotes y los tigrillos se esconden entre las lomas y no se dejan ver por temor a la sed cazadora del hombre.
La REBIOSH es un rincón afortunado de la Selva Baja Caducifolia (SBC), un tipo de vegetación que desgraciadamente está amenazada por el pastoreo, la extracción de leña y los campos de cultivo. En este ambiente se alberga el mayor número de cactus que el estado de Morelos posee (28 de 31 especies). Es por eso que nuestro querido Toño se sorprendió ante tanta diversidad y decidió emprender ahí una investigación valiosísima sobre el efecto de la perturbación en la comunidad de cactáceas. Los resultados de esta investigación serán útiles para posteriores proyectos sobre restauración ecológica de la biodiversidad en la SBC.
Fueron días felices para Toño, ya que bajaba y subía las lomas, entraba a cuevas de murciélagos y descansaba a la orilla de los laguillos. Ahí fue donde descubrió su amor por los cactus y decidió dedicar su vida a proteger a estas plantas.
Por las noches, solo se escuchan las pláticas de los grillos y los suspiros de las hojas secas al ser aplastadas por sus habitantes nocturnos. Las estrellas brillan intensamente en el cielo y el paso del aire refresca la tierra seca. La noche espera a que el día lo remplace pero no tiene prisa…ahí el tiempo pasa a su antojo.